![Claude Cazals Millésime 2015](https://www.premiumgrandscrus.com/6632-home_default/claude-cazals-millesime-2015.jpg?t=1)
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Obras maestras de vino y licores en su puerta
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Con su viñedo de 5 siglos de antigüedad, Château Carmes Haut Brion es una visita obligada en la denominación Pessac-Léognan
Fue en 1584 cuando el señor de la casa de Haut Brion, Jean de Potensac, ofreció tierras a los monjes católicos de la orden de los Grandes Carmes -que toman su nombre del Monte Carmelo, literalmente "Viñedo de Dios"-.
En aquella época, el Domaine sólo comprendía prados, unas pocas viñas y un molino situado en el río Peugue. Sólo 50 años más tarde, los monjes decidieron ampliar su viñedo comprando parcelas pertenecientes a Haut Brion. Durante dos siglos, produjeron uno de los vinos más famosos de la región, conservando el nombre de Haut Brion, que por costumbre se convirtió en Carmes Haut Brion.
Confiscada en 1791 durante la Revolución Francesa, se convirtió en Bien National y sólo fue recomprada un siglo más tarde por el comerciante de vinos Léon Colin, ilustre antepasado de la familia Chantecaille. Este último hizo construir entonces el Château que conocemos hoy y ajardinó el parque.
En 2010, el Château fue comprado por Patrice Pichet, un gran nombre del sector inmobiliario y amante de la propiedad desde hace mucho tiempo. Deseoso de hacer todo lo posible para llevar el Domaine a su apogeo, hará construir una nueva bodega y remodelar el viñedo, poniendo... Ver más ...
Este fue un año de... Espera. Paciencia. Preocupación. Maravilla.
La vendimia comenzó tranquila en otoño, y con ella la primera fase de espera. Esperar a que lloviera.
Una fase que iba a ser muy importante para lo que vino después. En la superficie, todo parecía tranquilo.
Pero bajo tierra, la vid intuía por la falta de lluvias que necesitaba cavar hondo para encontrar agua.
Y para desarrollar su sistema radicular.
Los primeros brotes estallaron a mediados de marzo. En general, todo era bastante "normal".
Hasta mayo, cuando el calor y la sequía hicieron acto de presencia, haciendo que pareciera más bien julio.
En aquel momento, no íbamos a saber que estas condiciones climáticas durarían cuatro meses.
La resurrección, para las vides y para los viticultores, llegó con las lluvias de mediados de agosto.
La vendimia se desarrolló sin problemas, con elección ilimitada del momento de la recolección. Los racimos estaban magníficos: los tallos leñosos, las bayas maduras por todos lados, las semillas perfectamente maduras.
En la bodega, era el momento de dar un paso atrás, de adoptar un toque ligero, porque todo estaba ahí: pulpa, riqueza, potencia, volumen.